Después de diez años como asesor de formación el pasado lunes me reincorporé a mi centro de destino. Han sido diez años de trabajo en la escuela pública aunque desde una posición y una perspectiva distinta. Diez años en los que problablemente se han introducido (o se ha intentado introducir) los cambios más importantes en cuanto a dotación: PDIs, ordenadores en el aula, mejoras en los centros. Planes, como el prulilingüismo, Bibliotecas, Escuela Espacio de Paz,... Diez años en los que prácticamente se ha renovado la mitad de las plantilla docente, y en los que se ha conseguido una mayor estabilidad del profesorado en los centros. Diez años ( a excepción de estos dos últimos) en los que con la inversión realizada, se le debería haber dado la vuelta a nuestra escuela de manera casi fuese imposible reconocerla.
Durante el tiempo en el que he trabajado como asesor, una de las cosas que los compañeros me decían sobre la visión que se tenía desde las asesorías de los centros era que la realidad de los mismos cambiaba muy rápidamente y desde nuestra posición era difícil de ver y comprender, básicamente "que no entendíamos la realidad de los claustros."
Sin embargo, aunque todavía no ha llegado mi desembarco en el aula, con el alumnado, sí que he comenzado mi aterrizaje en el centro, en lo que llamaban "la realidad de los claustros" y en lo poco que llevo vivido durante estos días, he podido constatar #quepocohemoscambiado.
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